Estadísticamente, el aumento de peso corporal ha sido
paralelo a la reducción de horas de sueño. Durante últimas cuatro décadas, la
duración del sueño diario ha disminuido de una hora a hora y media.
Diversos estudios en adultos y niños revelan claramente que
la disminución en las horas de sueño está asociada con un incremento en el peso.
La falta de sueño conlleva un aumento de todas las hormonas
que incitan al apetito y provoca la ingesta de alimentos ricos en grasa y
azúcares, lo que repercute en un incremento del peso corporal.
Al parecer, esto es consecuencia de dos hormonas, la leptina
y la ghrelina. Estas hormonas están relacionadas con el apetito y se modifican
con las horas de sueño. La leptina inhibe la sensación de hambre, y la ghrelina
estimula el apetito. Así, a menor tiempo de sueño, las concentraciones de
leptina disminuyen y aumentan las de ghrelina, o lo que es igual, cuanto menos
dormimos más queremos comer.
A la hora de prevenir y tratar la obesidad, no solo la alimentación y la
actividad física son los pilares, debemos también prestar atención al descanso
nocturno. La efectividad de las dietas para reducir peso queda disminuida de
manera importante en aquellas personas que no duermen el número de horas
apropiado. La cantidad de horas óptima es entre 7 y 8 horas, con riesgo especialmente
importante si se baja de 6. Por otro lado los estudios también demuestran que
tampoco debemos pasar al exceso ya que dormir más de 10 horas supone el mismo
riesgo de obesidad.
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